lunes, 15 de agosto de 2011

Astrologia Mundana - 2011 cuadratura Urano Pluton = Revueltas sociales


Una visión de los astros en estos días nos lleva a observar como estamos interactuando con las energías que vienen desde el cosmos y como respondemos nosotros según nuestra estructura personal.

En las últimas semanas los planetas más controvertidos y eléctricos han estado en alerta máxima.

Urano y Plutón en cuadratura en los primeros grados de Aries y Capricornio nos hablan de los grandes cambios sociales, de las revueltas, del inconformismo generalizado. La transformación en curso no puede ser detenida, es apoyada desde las fuerzas del universo.

A su vez, Marte en cuadratura con Urano y oposición a Plutón es el planeta que irradia las energías de acción y reacción, de violencia cuando no se puede expresar el ansia de libertad que tienen las almas más allá de las estructuras gubernamentales coercitivas.

¿Se puede detener el cambio que la humanidad necesita?

Hay una necesidad de romper los límites, de buscar la libertad a todo o nada. Lo nuevo en todos los órdenes de la vida quiere emerger, mientras las estructuras de poder obsoletas pretenden seguir imponiendo el viejo orden vacío de contenido.

Urano representa esa necesidad de libertad por fuera de todo orden preestablecido, salir de la opresión, de las normas, las obligaciones sin sentido. La oposición de Marte-Plutón representa dos fuerzas que pugnan por el poder, usando los métodos de destrucción y aniquilamiento.

¿Cuál es el punto de equilibrio? Las herramientas que usamos los seres en conciencia son para irradiar continuamente energías de amor, integración, paz y luz. El poder del espíritu en acción es de vital importancia en estos momentos.

Desde lo personal en cada uno de nosotros, estos aspectos planetarios nos hacen tener bruscos cambios de conciencia, acompañados de cambios de humor repentinos, depresiones, exaltaciones, cada día nos sentimos diferentes. Como si nos estuvieran cambiando el sistema operativo de nuestra computadora y aún no está a punto, navegamos por espacios inciertos y poco definidos. Seguimos pasamos por tsunamis, volcanes, huracanes, no sólo externos sino internos. En los últimos días varias personas me expresaron su sensación de experimentar un vaciamiento mental y luego cayeron en un profundo sueño de varias horas. Despertaron con una sensación de cambios personales profundos y agradables, mayor tranquilidad por lo que pueda pasar.

En la esfera emocional, nos sentimos arrasados por oleadas de nuevas energías, no podemos distinguir si es bueno o malo. Porque se nos mueven las emociones viejas que nos confunden. Son oleadas de luz que golpean en nuestros cuerpos y hacen saltar emociones enquistadas, los huesos chillan, la mente racional no responde, las emociones se desbordan, como si la luz impulsara afuera todas nuestras energías en desequilibrio y nos espantamos de la realidad. Ahora surgen sensaciones, intuiciones, visiones nuevas, fluctuamos entre el deber, las obligaciones y las ansias de hacer lo que sentimos. Es un profundo e incontenible deseo de liberarnos, buscando continuamente nuestro centro interior, queremos atravesar las aguas turbulentas sin naufragar.

Por otro lado, la mente no funciona como antes. Los jóvenes no pueden estudiar, el material de estudio no tiene nada que ver con la realidad de su mundo, están madurando en sus mentes las nuevas formas de vida. Los jóvenes no quieren hacer ningún tipo de esfuerzos, eso desespera a sus mayores. Es que ellos pueden manifestar con mayor facilidad esas fuerzas cósmicas que nos muestran la transición hacia formas de vida totalmente diferentes. Ellos no quieren esfuerzos ni sacrificios para construir la vida. Ellos saben intuitivamente que la nueva humanidad se construirá sobre otras bases, por ahora están madurando sus potenciales y esperando el nuevo ciclo para comenzar sus realizaciones.

Abordar la Nave Tierra en quinta dimensión es una decisión de cada uno. Es un estado interno de conciencia donde nos abrimos a recibir frecuencias de luz en nuestro cerebro y los procesos suceden de manera espontánea.

Pocas y precisas pautas necesitamos para ello:

- Vivir en el ahora, dejar el pasando habiendo sanado las heridas.

- Estar en nuestro centro, que es el ahora. Al estar centrados podemos escuchar la voz de nuestra sabiduría interior, la intuición se manifiesta, los aciertos son mayores, las sincronicidades se suceden y todo lo que deseamos llega a nosotros para nuestro más alto bien.

- El afuera es un reflejo del adentro, somos continuos espejos de la realidad.

-Es necesario pulir una y otra vez nuestro interno. Los sentimientos que transmutan la realidad son: la compasión, el perdón, la gratitud, el amor incondicional y la integración…

- LA INTEGRACION……la integración de todo lo que está afuera a través del amor.

Sólo experimentando lo que significa integrar de verdad a TODOS los seres del planeta podremos colaborar eficazmente con el ascenso a la Quinta Dimensión.

No alcanza con hacer decretos de abundancia, leer mensajes espirituales o repetir OM durante dos horas seguidas si luego salimos y criticamos a nuestro vecino, despreciamos a nuestros hermanos, no respetamos a nuestros empleados o generamos divisiones entre unos y otros.

INTEGRAR es un acto profundo de amor incondicional donde el espíritu comprende que todo lo que existe sobre la tierra es parte del universo en evolución. No podemos desechar a nadie. Nuestra tarea de servicio planetario es llevar la conciencia de dualidad de la tercera dimensión hacia la integración y la unidad, así estaremos colaborando con el ascenso del planeta y la humanidad.

Ser muy espiritual puede ser un término antiguo. Mejor sería ser muy buen humano en proceso de integrar el espíritu dentro de la materia. Esto nos permite comprender lo explicado anteriormente: la luz del espíritu llega y golpea sobre nuestras densidades humanas (las emociones enquistadas) saltamos para todos lados como si pusiéramos los dedos en el enchufe. La luz del espíritu hace evolucionar la materia. El espíritu ilumina también lo que a veces no queremos ver.

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Ana María Frallicciardi

miércoles, 27 de mayo de 2009

Una mirada a ser diferentes

Lo dijo hace mucho tiempo un tonto luminoso que se llamó Gibran Khalil Gibran*:

Tanto la semilla intacta
como la que rompe su cáscara
tienen las mismas propiedades.

Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara
es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.

Esta aventura requiere una única osadía:
descubrir que no se puede vivir a través de la experiencia de los otros,
y estar dispuesto a entregarse.

No se puede tener los ojos de uno,los oídos de otro,
para saber de antemano lo que va a ocurrir;
cada existencia es diferente de la otra.
No importa lo que me espera,
yo deseo estar con el corazón abierto para recibir.

Que yo no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien,
ni aunque me lo corten.
Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes,
ni aunque que me hieran.
Déjenme ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo
para dar esta mañana; me pueden reprender por eso,
pero no tiene importancia.

Si queres leer el articulo,............ vale la pena
http://recreandonos.bligoo.com/content/view/274820/Usted-es-Tonto-Una-mirada-a-Ser-Diferentes.html

martes, 14 de abril de 2009

PLANTAS y ANIMALES SAGRADOS

Extraido de: Capítulo XVI de Los Símbolos Precolombinos.
Autor: Federico Gonzalez
El hombre arcaico no se siente solo ni aislado en la naturaleza ni pretende ser su propietario. Los animales, las plantas y hasta las piedras, así como los ríos, lagos y lluvias constituyen parte de su ser. Igualmente lo es el firmamento con sus variadas formas y las épocas y ciclos naturales de vida, muerte y resurrección ejemplificados por las estaciones del tiempo y los movimientos de los astros, a saber: la vida misma como un ritual perenne y una interrelación o entrecruzamiento de energías constantes, horizontales y verticales, espaciales y temporales. Razón por la que el mundo entero es un código que puede entenderse y leerse tanto en las configuraciones del cielo como en los símbolos que son las plantas y los animales. Sin duda, el símbolo vegetal más claro es el del árbol, o la planta en general, como representación de las energías cósmicas. Copa, tronco y raíces constituyen sus niveles aéreo, terrestre y subterráneo, equiparables a cielo, tierra e inframundo, como ya lo hemos indicado. Por otra parte, la planta, o el árbol, es un símbolo axial y vertical capaz de conectar estos diferentes niveles o mundos entre sí, y por lo. tanto un medio de comunicación, un vehículo entre cielo y tierra. Pero no sólo la planta es un signo claro y lleno de contenido, también lo es la agricultura, o sea el cultivo de las mismas y las etapas procesuales de su siembra, desarrollo y fructificación, las que también conforman un conjunto de símbolos, de secuencias ligadas a la idea de vida-muerte-resurrección presente en todos los mitos y ritos agrarios. La planta de maíz ocupa en este sentido una situación central puesto que ensamblada en el meollo de las culturas americanas cumple una función esencial en el complejo mundo precolombino ya que es un testigo evidente del reciclaje e interacción constante de las fuerzas cosmogónicas, de las energías descendentes y ascendentes que se concentran en la semilla y se despliegan en la planta y su fruto: la mazorca.


En otros términos, podría hablarse de una conjunción de principios o elementos. El agua evidentemente se expresa por las lluvias al igual que el aire por el viento. El fuego presta su calor para que se genere la simiente en la matriz de la tierra. Igualmente en lo vinculado a los estados de la materia a partir del calor del fuego: sólido, líquido y gaseoso. Esta constante rotación y conjunción de opuestos se encuentra siempre presente en una concepción tradicional o arcaica. Por lo tanto el entero mundo y cualquier entorno se halla animado por espíritus invisibles que se expresan mediante símbolos y fenómenos visibles. En ese caso el alimento que se obtiene de la planta es también sagrado y por lo tanto un manjar nutritivo excelso, a tal punto que es fuente de vida para el hombre. Una planta mágica, o Arbol de Vida arquetípico que lo da todo continuamente sin esperar nada, verdadero regalo de los dioses a los humanos, quienes extraen su existencia de este sustento divino. Se comulga con la divinidad cuando se come el maíz y la preparación de los distintos alimentos que con él se fabricaban antiguamente se efectuaba –y aún en algunas partes se efectúa– de modo ritual al igual que las etapas de su siembra y recolección.

Los animales-símbolos se refieren a determinadas energías cósmicas. Para la simbólica precolombina este es el caso del complejo águila-serpiente-jaguar, y su integración en determinadas concepciones como la serpiente emplumada (dragones con alas y tigres, o leones alados, son frecuentes en varias tradiciones). Podríamos decir que en una cosmovisión como la indígena estas energías se interrelacionaban promoviendo el equilibrio armónico del mundo a través del desequilibrio y la desarmonía de las partes, o fuerzas.3 El equilibrio de energías debía, a toda costa, establecerse a como diera lugar, aunque fuese por medio de la guerra. Eso explica las órdenes de caballeros águilas y jaguares o halcones y pumas en México y Perú, y las batallas rituales que llevaban a cabo (la 'guerra florida' mesoamericana), pues ellas eran símbolos de las fuerzas cósmicas en continua interacción y por lo tanto en constante oposición y fricción. En términos generales el águila representa las posibilidades de lo aéreo y celeste; la serpiente al elemento intermediario o tierra (aunque hay que remarcar la existencia de una serpiente celeste); el jaguar es asimilado invariablemente a las energías bestiales, al punto de hacer de él un dios del inframundo. Sin embargo la piel del jaguar es igualmente el firmamento y sus manchas son las estrellas, las que a su vez son los ojos de los animales invisibles de la noche. Igualmente en la piel de la serpiente mesoamericana están inscriptos todos los secretos cosmogónicos (como en el caparazón de la tortuga, para los chinos) y por lo tanto es un símbolo sagrado evidente. Esta interrelación entre animales terrestres, del inframundo, y bestias celestes es clara en las tradiciones americanas y parece como normal y establecida. Eso se debe a que para los precolombinos los dioses del cielo y los del inframundo son los mismos, pero invertidos, y descienden y ascienden por un idéntico eje vertical. Los hindúes pensaban de igual modo puesto que los asura, no son sino devas 'caídos'. En igual sentido se expresan las angeologías judaica, cristiana e islámica.
………………….
Recordemos una vez más que para las culturas precolombinas la vida es mágica y se expresa por la sacralidad de la naturaleza. Magia es advertir y comprender la generación, estudiar el crecimiento de una planta o los movimientos animales del cielo. Y sobre todo la correspondencia de estos ciclos vitales y su complementación produciendo la armonía universal. Los hombres de hoy solemos pensar en el creador como un misterio, (y tal vez algunos de nosotros en el misterio de lo increado), pero a veces olvidamos el perfecto misterio de la creación, de la criatura siempre viva. El maíz es tal vez una de las encarnaciones más evidentes de la energía que produce ese misterio, y era tomado como un prototipo asombroso de la generación, lo que asimismo expresa el grado de conocimiento y la cultura del agro americana.

viernes, 20 de marzo de 2009

Taller de Creatividad

Camila, pequeña Gran Mujer Sabia


Los Guardianes, creados por los niños con material reciclado.

viernes, 6 de marzo de 2009

En el fondo del athanor

Hoy la desazón y la angustia
me corroen el alma,
vagan por cada una de mis celulas
como habitantes siniestros.
Hoy nada me importa,
el sol es fatuo,
la vida es fatua.
Nada tiene sentido,....
me aburre la tristeza,
la cual disfrazo de enojo.
El dia esta nublado,que bueno!
el gris me hace bien,
estoy de luto.
Mi sol se apagó,
la risa es una mueca,
los ojos en pena infinita.....
Me entrego,
y caigo
a lo mas profundo
de este negro sepulcro.....
quiero morirme..........
aliementarme de cenizas,
cubrirme de cenizas.......
hasta que sea el momento de renacer
nuevamente,
al sol.
Mar 2006
(momento alquímico)

miércoles, 25 de febrero de 2009

LA TRADICION HERMETICA

Extraido de Capítulo IV del libro La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos de Federico González (Symbolos, España, 1986).




El alquimista y el astrólogo trabajan solos. Así se los puede ver en numerosos grabados de la iconografía hermética. O bien estudiando, meditando u orando, cuando no absortos en la contemplación de sus hallazgos. La obra hermética se produce en la interioridad del athanor (analógicamente, del templo del hombre). Lo cierto es que esta tradición propone el conocimiento mediante el estudio de la cosmogonía. Estudiar las leyes cosmogónicas no supone la erudición literal, o el cómputo de detalles banales, que para estas disciplinas son cosas secundarias, si no a veces entorpecedoras.

Conocer la cosmogonía supone ser uno con ella. Estar vivo o haber nacido al verdadero estado humano. Este hecho asombroso incluye una pérdida y un hallazgo de identidad, una muerte y una resurrección, que se realizan innumerables veces en varios años, en el athanor del alquimista, su interioridad. Y le da también la materia con qué seguir trabajando en este proceso alquímico, llamado también de iniciación en la senda del conocimiento y de la vida real.
Conocer una cosmogonía significa vivir el mandala tridimensional del cosmos. Comprender la revelación de un universo y sus leyes, absolutamente diferente del que nos fue enseñado. Donde los valores son tan otros, que únicamente pueden ser percibidos por medio de una total conversión psicológica.
Este proceso necesita de un orden y de un trabajo. No sólo tiene enormes riesgos de desviación de muchos tipos (los cuales, generalmente, son parte del proceso), sino que puede resultar casi imposible de realizar, por indefinidos motivos. Se dice que es difícil, pero no imposible. En el camino pueden quedar, entre otras cosas, la salud, la fama y la honra, es decir, toda seguridad.




Pero la recompensa es la identidad, el conocimiento, el ser.



El aprendiz de alquimista está dispuesto a la realización espiritual, que incluye el conocimiento vivo de las leyes del cosmos, en definitiva, el conocimiento de sí mismo, y de la realidad, del orden, de la vida. Recibirá, pues, lo que ha deseado, siempre que su trabajo sea paciente y sacrificado y pase las pruebas de los héroes mitológicos.


Debe llevar su trabajo hermético a todo nivel en su vida y su cotidianidad, pues se trata de la recuperación de la luz -la lucidez-, utilizando el emotivo fuego de la sangre. El estudio de las disciplinas herméticas y de los textos mágicos, se alternará con la constante meditación y el trabajo interno, sagrado, y se sorprenderá entonces de verse cada vez más extranjero en el mundo de las causas y efectos.
Ese espacio interno podrá albergar las estructuras con las cuales construir un nuevo cosmos, o mejor, las descubrirá en sí mismo y manifestándose por doquier. Podrá entonces vivir de la mañana hasta la noche -y en sus mismas horas de reposo- un nuevo mundo, cada vez más asombroso, cuya característica es la riqueza y también el esplendor. Siendo tanto lo que tiene en las manos, ha de tomar conciencia entonces de su responsabilidad con respecto a sí, y advertir que no ha sido por su mérito, ni un descubrimiento propio, lo obtenido, sino que simplemente eso es así, y que, además, a él no le pertenece. Y es más aún, reconocerá que su personalidad, tal cual la imaginaba, no existe.




Debe entonces procurar manejarse con las estrategias propias de las artes marciales y equilibrar constantemente el recorrido de su camino, el manejo de su vehículo. Este arte requiere una manipulación delicada y es probable que se aprenda a golpes; al menos se trata de una ciencia de fuertes contrastes. Pero, perseverando hasta el fin, logrará vivir en un mandala vivo, espejo del cosmos, donde toda cosa tiene significado, en las tensiones y matices propios de la armonía y el orden de lo creado, y de su sustento invisible y arquetípico. Habrá conocido la cosmogonía, y luego del bautismo lunar de Juan, de agua (de la ciencia de la escuadra), y de haber recibido el bautismo solar de Jesús, de fuego (de la ciencia del compás), y cuando haya culminado este último proceso, entonces podrá decirse que ha comprendido la esencia de la tierra y el cielo, lo que es simultáneo con su llegada al centro y equivale a estar ya listo para empezar su ascenso vertical, pues ha finalizado con los misterios menores.