domingo, 30 de noviembre de 2008

Introducción al Tarot



El Tarot es un libro escrito con imágenes y símbolos, cuyas láminas se van articulando entre sí, constituyendo un código. Es el origen de todos los juegos de naipes, aunque su sentido esotérico no se conserve en forma pública. Su nacimiento, se dice, se remonta al antiguo Egipto, y él constituye una manera de transmitir los símbolos secretos y sagrados de los iniciados herméticos, cuyo mayor auge se logra en la alta Edad Media y a principios del Renacimiento.

En realidad, el Tarot es un libro que en lugar de estar escrito con palabras derivadas de un alfabeto fonético, se encuentra plasmado de símbolos ideogramáticos y pictográficos, cargados de diversos sentidos, que funcionan conjuntamente entre sí.

Los orígenes históricos del Tarot son imposibles de rastrear, pero deben asociarse con la actividad lúdica-sagrada presente en todas las tradiciones conocidas y que, en base a la estructura matemática de los ritmos y ciclos universales, se refiere a la proyección de determinados acontecimientos que se manifiestan de forma cíclica, y de algún modo previsible, dada la carga que los hechos y fenómenos poseen, ya que tienden a reiterarse de una manera análoga, pero jamás exacta.






En diversas bibliotecas europeas pueden encontrarse distintos juegos de naipes, en particular italianos y franceses, que podrían ser considerados como los antecedentes directos del que hoy se conoce como Tarot de Marsella, cuya simbólica más conocida fue fijada en 1930 por Paul Marteau, aunque con antecedentes directos emanados desde el Renacimiento, y que adquieren forma casi definitiva en los siglos XVIII y XIX.

El Tarot consta de 78 cartas simbólicas divididas en 3 grandes grupos: el primero es el de los 22 Arcanos Mayores y constituye una introducción a todo el libro. Aprenderemos a jugar con estas cartas, e iremos dando sus significados una a una. Los otros dos grupos son llamados Arcanos Menores, uno compuesto de 40 figuras numeradas de 1 a 10 en 4 colores o palos, y el otro de 16 cartas, llamadas de la Corte, divididas en 4 jerarquías: Rey, Reina, Caballero y Paje, en cuatro colores.


El Tarot contesta en profundidad, y su "tiempo" no está sujeto a medidas estrictamente estadísticas. Más bien es el conjunto de las imágenes que nos transmite, y aquéllas que oscuramente se van haciendo en lo más hondo de nosotros, lo que otorga su valor "práctico" a este Libro Sagrado, que a veces actúa de un modo tan paradojal como indirecto. Su "efectividad" no radica tanto en sus manifestaciones vinculadas con nuestros deseos más inmediatos, sino con aquéllos más lejanos, que están latentes en lo ignoto de nuestro ser. El Tarot no se equivoca. Somos nosotros los que aún no hemos terminado de comprenderlo, o descifrarlo. Ese acercamiento paulatino a su esencia, configura un viaje apasionado de relaciones simbólicas.



El maestro del Tarot hereda los alegres colores de los naipes y las actitudes despreocupadas, o por ventura desenfadadas, de El Mago y El Loco, más mercuriales que saturninas, gestos emparentados con los juglares y trovadores medioevales de la Provenza –y también de Italia y España–, una de cuyas ciudades más importantes, Marsella, nos legó la baraja esotérica.


Uno de los inconvenientes que he encontrado al intentar estudiar las cartas de Tarot, ha sido el enfoque totalmente predictivo y de feria, en la mayoría de los textos dedicados al tema.

Las imágenes del tarot y sus símbolos establecen un puente entre la mente consciente e inconsciente, pudiéndose aplicar como una terapia muy efectiva.
El Tarot como terapia puede ayudarnos a canalizar las energías y usarse como sistema de meditación.




El Tarot refleja el interior de la persona, su situación y tendencias. A través de él podemos ver significados recónditos de nuestra vida. El enfoque terapéutico del Tarot propende al uso de los arcanos como guías de autoconocimiento y diagnóstico, pero también como estímulos para nuestro subconsciente en la consecución de los cambios evolutivos tendentes a contrarrestar modelos negativos de conducta y más aún, las creencias limitantes y castradoras subyacentes.


El verdadero fin del Tarot es el autoconocimiento transformador. Los arcanos sugieren e inspiran un significado que nos orienta en tal sentido, nos permite hallar consejos para el bienestar y estimula nuestro progreso personal. Nos permite identificar aquello que nos causa dolor y retrasos y nos señala opciones para superarlos.



Nos revelan nuestras necesidades, nuestros deseos escondidos y nuestros temores. Nos ayudan a saber qué está pasando en nuestro subconsciente e inconsciente, luego a conocernos mejor. Las facetas luminosas y oscuras de nuestra psique se manifiestan es toda su magnitud durante el sueño y a veces no nos reconocemos en ellos. El Tarot, con su lenguaje simbólico, nos muestra lo que debemos reconocer y quizá resolver.


En cierto sentido, nuestro futuro no es un misterio, es la consecuencia de las elecciones de nuestro presente y pasado. Lo estamos "moldeando" con cada decisión, como efecto de la ley de Causalidad (acción y reacción). ¿Cómo elabora la ciencia sus predicciones si no es a través de la observación del pasado y el presente de su objeto de estudio? En realidad lo que vemos como futuro no es más que una tendencia predecible, o tendencia posible, según los datos que nos proporciona el pasado.
Cuando un tarotista (astrólogo, lector de runas, etc.) asegura "éste es tu futuro" lo hace en función de los datos que observa. Pero, también puede estar reforzando las creencias del consultante, convencido de que la predicción "siempre se cumple", y creando un condicionamiento que lo conduce a esperar las señales que confirmen la predicción o -peor aún- a crear esas señales.


Debemos más bien hablar del futuro como un tendencia en la cual reconocemos en el sujeto su libre albedrío y capacidades transformadoras. Esto da a una consulta (ya sea de Tarot, Astrología, Runas, etc.) una calidad y trascendencia incalculables.Respecto al Tarot, sí nos permite deducir tendencias, pero dejando muy claro que ese futuro es un "escenario posible", una consecuencia de las actitudes del consultante y su circunstancia. Y que dicho "escenario" puede ser mejorado o transformado mediante la voluntad de cambio de individuo.
Enfocar el Tarot como vía de autoconocimiento reviste un enfoque terapéutico, pues transformamos este sistema simbólico en un instrumento de ayuda para el auto-reconocimiento personal y auto-transformación.


Textos extraidos de: Tarot y Cosmovisión de Federico Gonzalez
y Tarot para el Autoconocimiento de Marianela Ramirez

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